Y pensar que haciendo la terapia bromeaba con las personas cercanas a mi en la sala
de ejercicios: ¨Uhmmmm, huele a parrilla¨
y oh sorpresa!, se estaba incendiando
la casa vecina.
En un abrir y cerrar de ojos el espacio
de terapia se inundó de humo.
Salimos todos en orden y en segundos
aparecieron esos nobles servidores públicos
a prestar el auxilio y la dedicación
que sólo ellos saben dar.
Después de sofocar el fuego, los que estuvimos
presentes el evento desde afuera, sacamos
cuenta y a nadie le ocurrió nada desafortunado
sino el susto y la perdida de algunos bienes
materiales a los dueños de la casa vecina.
Reconocimiento y aplausos a estos
seres que con su dedicación desinteresada
aportan su granito de arena para que
otros seres vivos estén mejor.